La Bambina filosófica es la Mafalda del siglo XXI.
No habla como una abuela sino como una chica de treinta y tantos. Le vuelven loca el móvil, Internet y para su cumpleaños pide un lifting. Es la reina de la réplica, del pensamiento a sottovoce y del nihilismo y lee a Kant cuando tiene insomnio.
La Bambina tiene un peluche, Lillo, que es su confesor y al que adora, porque la escucha sin rechistar; y vive con un cerdito, que es un ideal de virtud y de orden, va a Ikea, limpia, cocina, practica yoga, canta Madonna en la ducha y va a bailes de salón con Angelicia, la compañera de clase de la Bambina y su contrapunto.