La dinastía trastámara cubre una etapa crucial de la historia española. En Castilla comienza a reinar en 1369, cuando Enrique II, hijo bastardo de Alfonso XI y la hermosa dama Leonor de Guzmán, le arrebata el trono a su hermanastro Pedro I tras una cruenta lucha fratricida. En Aragón se inicia con Fernando I, conquistador de Antequera. Sus últimos representantes serán Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, los Reyes Católicos. Durante este periodo se ponen, pues, las bases de lo que será la España de la Edad Moderna. Si bajo Enrique II se producen los primeros brotes del violento antijudaísmo que desembocará en el decreto de expulsión de 1492 y la introducción en Castilla del tribunal de la Inquisición, las cortes de los Trastámaras fueron, por otra parte, el caldo de cultivo del extraordinario florecimiento cultural que vivió la Península durante esta época.
Julio Valdeón, uno de los máximos medievalistas europeos, analiza el periodo desde todos sus aspectos —economía, sociedad, cultura, etc.—, sin olvidar el gran atractivo novelesco que encierra la historia que está narrando. Amores ilícitos, batallas, derrotas, viajes que emulan las aventuras de Marco Polo se suceden en estas páginas, protagonizadas por unos personajes de una intensidad dramática shakespeariana, como don Álvaro de Luna —recordado por Jorge Manrique— o Alfonso V el Magnánimo, aquel fascinante «apátrida mediterráneo» que conquistó el sur de Italia para la corona de Aragón e hizo de Nápoles uno de los mayores centros humanistas de la Italia del Renacimiento.