Raami tiene siete años. Su vida, como miembro de la familia real camboyana, es muy placentera. Vive en un palacio en Phnom Penh, su padre se dedica a la poesía y junto a él, su madre y su hermana disfrutan de todas las comodidades. Pero un día sus vidas se truncan abruptamente. Los Khmeres rojos obligan a la población camboyana a abandonar sus hogares, sus ciudades y trasladarse al campo. Allí serán internados en campos de trabajo para ser reeducados en la doctrina comunista. La familia de Raami se hace pasar por campesina ya que, si llegaran a conocerse sus orígenes nobles, serían ejecutados.
A pesar de la terrible experiencia, Raami se mantiene fuerte. La esperanza no la ha abandonado porque ha constatado que, incluso en los momentos más extremos, ha habido un lugar para la lealtad y la solidaridad.