Más allá del cociente intelectual de un genio, de su memoria fotográfica, sus citas cinematográficas o sus increíbles conocimientos sobre criminalística, lo que los demás ven en Jacob Hunt es su asperger, un síndrome que le impide interpretar de manera correcta las situaciones sociales. Su madre, Emma, una mujer divorciada en la cuarentena, ha construido la vida de su familia alrededor de las necesidades de su hijo mayor, aun a costa de su carrera y casi ignorando a su otro hijo, Theo. Pero cuando la pequeña ciudad donde viven se ve sacudida por un terrible asesinato y la policía acude a interrogar a Jacob como sospechoso, todos esos comportamientos característicos del asperger —no mirar a los ojos, los tics nerviosos, la carencia de emotividad— se vuelven en su contra como una confesión de culpabilidad, y esa vida cuidadosamente labrada por Emma, y que tanto esfuerzo le ha costado, se viene abajo.
Las normas de la casa es una sorprendente historia a cinco voces que gira alrededor de dos personajes inolvidables: Emma, que representa el amor y la lucha materna e incondicional, y Jacob, una persona única y especial a la que la sociedad y el sistema no saben comprender. La trama, orquestada por una de las autoras más leídas en el mundo: «Inteligente», «hechizante», «profunda», dibuja una novela negra con argumento judicial, humor y una desbordante profundidad psicológica. Jacob es culpable de decir cosas inapropiadas, es culpable de sacar de sus casillas a su hermano Theo; es culpable de todas aquellas cosas extrañas para la gente que no comprende lo que es vivir con el síndrome de Asperger. Jacob Hunt es diferente.
Pero ¿es culpable de asesinato?