Una fría mañana de septiembre de 1937, Andras se despidió de Budapest y cogió un tren que lo conduciría muy lejos.
París estaba esperándole, y allí el joven frecuentaría la mejor escuela de arquitectura de la época. Andras llevaba en el bolsillo una carta, sin saber aún que aquellos pocos folios le llevarían a conocer a Klara, una mujer frágil y hermosa, que miraba el mundo con ojos tristes y dirigía una escuela de ballet clásico.
Tras unos meses de dudas y recelos, su historia de amor empezaba a tener cuerpo, pero ¿por qué de repente tanto pesar, tanto dolor en el rostro de Klara?, ¿por qué tanto silencio oscuro? En la historia, en esa pesadilla hecha de cruces gamadas y alambres que marcó el siglo XX, hubo que buscar las respuestas...
De la pequeña aldea húngara de Konyár a las calles de París, de la música dulce de la rue de Sevigné a los campos de concentración, de la pasión a la tortura, las distancias a veces parecen insalvables, pero las ganas de vivir y el talento tienden puentes invisibles que nos llevan allá donde la vida aún tiene sentido y el futuro nos está esperando.