Entre editores voraces y redactores incompetentes cuatro amigas luchan por conseguir lo mejor de la vida. La novela que inspiró Mad Men.
Nueva York, enero de 1952.
Son poco más de las ocho de la mañana, y cientos de chicas llenan las aceras del centro de la ciudad. Las hay muy elegantes, otras muy guapas, y casi todas se dirigen hacia las cuatro paredes de un despacho donde pasarán el resto del día entre papeles, chismorreos y sueños prendidos con un clip.
Caroline Bender y sus amigas trabajan en la editorial Fabian, y allí las vemos, navegando entre manuscritos e intentando conquistar Lo mejor de la vida en un ambiente duro, cargado de humo e intrigas; un lugar donde el triunfo es cosa de hombres y las mujeres son poco más que objetos de adorno.
Fuera, en las calles de Manhattan, los bares siempre abiertos son una tentación. El mundo parece un juego recién estrenado donde no hay reglas claras, pero esas chicas, tan guapas, tan elegantes y tan solas, van a apostar por la carta más alta, y esta magnífica novela está dedicada a ellas, las primeras que tuvieron que decidir entre el matrimonio y la profesión, sin saber que muchas de sus dudas, sus alegrías y sus miedos siguen siendo los nuestros.
«Cualquier hombre que lea estas páginas de ahora en adelante se preocupará de saber qué hace su secretaria en el despacho... y con quién.»
The New York Post, 1958