Esta novela es la historia de Claire y también una introducción al yoga.
¿Qué pasaría si en realidad lo opuesto a BUENO no fuera MALO?
¿Y si en realidad la obsesión por alcanzar la virtud sólo nos hiciera sentir frustración?
Claire quiere ser virtuosa y en su afán por conseguirlo se convierte en todas estas mujeres (y alguna más):
Una madre novata con dolor de espalda que prepara comida casera para su bebé y compra juguetes caros de madera.
Una hija que intenta dar sentido al sinsentido de la vida de sus padres. Una esposa que trata de salvar un matrimonio que va a la deriva.
Una periodista free-lance que lucha por salir adelante mientras cambia pañales (ecológicos, claro).
Y un alma perdida que accidentalmente asiste a una clase de yoga y# su vida da un vuelco.
En este divertido relato, Claire nos habla con una franqueza muy estimulante sobre la imposición de querer ser perfectos y buenos en todo. Harta de tanta virtud, Claire decide parar y replantearse unas cuantas cosas. Y así llega hasta la práctica del yoga, no sin antes dar sus primeros pasos en un mundo algo New Age del que sale huyendo:
«Una mujer que rozaba la treintena entró en la sala y desenrolló una esterilla delante del resto. Llevaba su espesa mata de pelo rubio peinada en una caro corte a lo garçon. Las cejas, delineadas con elegancia. Vestía ropa negra y ajustada. Tenía pinta de haber sido profesora de aerobic hasta hacía cinco minutos.
Y de llamarse Jennifer. -Mi nombre es Atosa- dijo.
Ya, las ganas, guapa.»